Curioso párrafo que he encontrado en un libro comprado en Londres en 2012 y escrito hace al menos cuatro décadas.
Una simple reflexión, pero que parece muy ajustada a los corredores de montaña que de alguna manera somos. Tan sólo debeis girar el cuello un poco y acompañaros de un diccionario, por si acaso.
¿Acaso no es bastante acertada la afirmación?