...yo sería tiñoso. Está claro, después de que un parón obligado me haya convertido en paseante, ya sea por ciudad o monte. Es a lo que me dedico estos días hasta que de nuevo tenga luz verde para correr.
En este parón, da envidia ver a tres amigos compartiendo sufrimiento subiendo a Ganekogorta, mientras a ti te sobra aire para subir silvando. Da envidia ir a algún sitio por Bilbao y ver a la gente corriendo por las orillas de la ría. Entras al Decathlon y te vas a la zona de running, coges unas zapatillas...y no piensas más que en ponerte unas iguales.
Resulta que mis objetivos de vida saludable en la Navidad no han valido para mucho, o no por lo menos para disfrutar de unos kilómetros de carrera en días como el 25 de diciembre o Año Nuevo, y tampoco la mejor carrera del mundo, como dice mi Maestro. Es por ello que me guardo el reto que le lancé este año para el siguiente, esperando poder cumplirlo.
Y cuando el aburrimiento y la frustración te invaden, cierta rabia te hace pensar que de qué vale ser sano y verte obligado a parar de correr, cuando hay gente con una longevidad no acorde con sus hábitos de vida extremos y autodestructivos.
Esperemos que pronto empiecen a llover kilómetros!